Desde siempre hemos visto a maquilladores, a nuestras madres y a expertos en centros de belleza aplicando maquillaje con esponjas o con las manos. Sin embargo, esos instrumentos con los que nuestros abuelos se afeitaban, las brochas, son de mucha utilidad para aplicarnos el maquillaje. Hoy en día existen brochas específicas para todo tipo de usos que facilitarán nuestra labor al maquillarnos, consiguiendo que podamos repartir de manera correcta el maquillaje, la crema, el corrector de la mejor manera, y es por ello por lo que debemos conocer sus utilidades y poder probarlas para convencernos de que son el mejor método para aplicar las cremas, polvos y khol que hay en mercado.
Las brochas antiojeras tienen la punta redondeada para adaptarse a su zona de aplicación, lo que debemos hacer es poner una cantidad de correctos similar a una lenteja en nuestro dedo e ir mojando la brocha en él para aplicarlo sobre nuestras ojeras, consiguiendo así taparlas por completo sin mancharnos o con el uso del pincel si lo trae, que no conseguirá otra cosa que embadurnar la zona cada vez que lo pasemos por encima.
La brocha para aplicar el maquillaje líquido o en crema, es casi plana, con un pelo más duro que ayuda a repartir el maquillaje por toda la tez, recordando siempre empezar desde la nariz y hacia fuera, no excluyendo orejas ni barbilla de la aplicación para evitar el efecto careta.
También existen brochas para aplicar el colorete o rubor, que se hará siempre de manera suave desde el pómulo hacia la sien, con un par de pasadas es más que suficiente.
Y por último para el maquillaje básico tenemos las brochas para echarnos los polvos de sol o el maquillaje en polvo que son similares a las utilizadas en las barberías por su formado de mango corto.
Además de estas existen también las brochas para las sombras de ojos y para hacer la línea de los párpados, que tienen diferentes formas y tamaños según cómo queramos aplicarnos la sombra o la línea, al igual que las específicas para el maquillaje y contorno de los labios.