La piel y el cabello se resienten con la llegada del frío: la piel reseca y tirante, pelo rebelde y electrizado, manos agrietadas… Defiéndete de las bajas temperaturas y del ambiente reseco de la calefacción con estos consejos y trucos de belleza.
Arropa tu cabello. Más difícil de peinar
El frío y los cambios constantes de humedad afectan al pelo: si es muy fino, se eriza; si es rizado, se encrespa con mayor facilidad.
En ambos casos, la solución pasa por utilizar un acondicionador que no requiera aclarado, de mayor acción hidratante, y protegerlo con lociones antiencrespamiento.
¿La calefacción carga tu pelo de electricidad? Mójate las manos y pásatelas por encima del cabello, sin llegar a rozarlo.
Los días de ambiente más seco, la mejor idea es secarse el pelo con aire frío y no cubrirlo con gorros.
Tus manos ásperas y secas
Como el rostro, las manos están continuamente expuestas a las inclemencias climáticas. Si a esto le añadimos su escaso número de glándulas sebáceas, entenderás por qué se resecan tanto.
Compensa la falta de grasa de esta zona aplicándote una buena crema de manos (nutritiva, reparadora, etc.) cada vez que te laves las manos y enfundándote los guantes nada más pisar la calle.
Uñas quebradizas
El frío hace estragos sobre las uñas. Protégelas masajeándolas cada día con un aceite reestructurante y recubriéndolas con un barniz protector.
Palidez invernal
La piel no sólo palidece por la falta de sol: el frío y el viento contraen los vasos sanguíneos y, por si fuera poco, las células de la epidermis se renuevan más lentamente en invierno, razón por la que la piel adquiere un tono más apagado y macilento.
La solución es emplear una hidratante y un fondo de maquillaje que aporte luminosidad.
Estos cosméticos contienen ingredientes que reactivan la regeneración celular y poseen partículas nacaradas que rescatan la luz.
Para que tu cutis irradie frescor, extiéndete un colorete de un tono similar al de tu rubor natural.
Rojeces
El frío, el viento y los cambios bruscos de temperatura favorecen la aparición de rojeces en la nariz, los pómulos y la barbilla.
La solución es aplicarte una vez al día sobre el cutis una crema antirrojeces.
Este eficaz cosmético, calmante y descongestivo, atenúa las rojeces y las disimula bajo el tono verdoso del producto.
Piel seca y tirante
Las bajas temperaturas contraen los poros de la piel, dificultando la acción de los mecanismos naturales que tratan de mantener el cutis hidratado y suave a tacto.
Para que la sequedad no acentúe las patas de gallo y las arrugas de expresión de la cara, abriga la piel con una crema untuosa de máxima acción hidratante y un contorno de ojos antienvejecimiento, que también puedes emplear alrededor de la boca.
Sigue siendo recomendable utilizar hidratantes con protección solar.
En invierno, el factor indicado es el 15 (o superior).
Semanalmente, realiza una cura intensiva de hidratación aplicándote por el rostro y el cuello una mascarilla nutritiva.
Recurre a los vaporizadores de agua termal si el maquillaje se acartona sobre la piel por culpa de la sequedad ambiental.
Labios resecos
Son los primeros en sufrir el descenso de las temperaturas y la acción del viento porque, a diferencia de la piel del resto del cuerpo, los labios no están recubiertos por un velo de grasa protectora.
La solución es emplear una crema hidratante labial con protección solar.
La sequedad del ambiente producida por la calefacción puede hacer que nos humedezcamos los labios con la lengua.
En la medida de lo posible, deberías evitar esta costumbre, puesto que la saliva los reseca aún más.
Si no tienes cacao o vaselina a mano, extiende sobre los labios unas gotas de aceite o un poco de miel y, si se te agrietan habitualmente, emplea pintalabios con agentes hidratantes y con filtro solar.